jueves, 13 de febrero de 2014

El amor... ¿sólo tiene un día para ser recordado?

Llegó el 14 de febrero, día del Amor. O sea, mañana, y creo que puedo decir que este año no sucumbí al bombardeo comercial que insta a comprar lo que sea (idealmente, de mayor valor y/o tamaño que, incluso, lo que se regala en Navidad) para "demostrarle" al ser amado(a) cuán grande es el amor que se siente por él/ella. Y me pregunto, ¿acaso es el único día para demostrarle amor a alguien? ¿Es lo que compramos la única forma de decir "me importas"? 
Para los que compartimos el mismo techo con la persona receptora de nuestros afectos, expresados en sonrisas, abrazos, besos, pero también de los enojos, tristezas y una que otra mirada asesina cuando las cosas salen de lo previsto, este día (y cualquier día del año, en realidad, con un poco de esfuerzo) puede ser, desde mi punto de vista, una oportunidad de decirnos " me importas, estoy contigo" con cosas más simples: preparar y compartir el desayuno el fin de semana (cuando el tiempo y el trabajo apenas dejan espacio para verse, con suerte, en la noche los días laborales); salir a caminar al anochecer y ver las estrellas junto a la luna, que se confabuló y estará llena este viernes para darle más romance a estos días; recordarse mutuamente el porqué de seguir juntos, o, si de regalos se trata, ¿por qué no "hacerle" el regalo? Alguna comida o postre favorito que, por falta de tiempo y ganas, posponemos; o un objeto decorativo o utilitario, hecho con nuestras propias manos y aplicando ya sea el oficio que usualmente realizamos para otros o la inventiva del momento (poemas, cartas, tarjetas, artesanías, etc.)... El asunto es dar un poquito de uno para recordarle al otro su significado en la vida, en nuestra vida, sin tanta parafernalia, con más intimidad y desde el corazón, porque al final lo que importa, a mi parecer, es la calidad más que la cantidad, y esos son los instantes que atesoramos, los que nos dejaron sin aliento o que emocionaron hasta las lágrimas por lo inesperados y sinceros. 
Por otro lado, el hecho de no tener pareja no significa que el amor, como tal, falta en la vida. Recordé algo que podría ilustrarlo: cuando era niña, una amiga muy querida me regaló una polera (franela, T-shirt, remera) un 14 de febrero, y me explicó, dada mi sorpresa, que para ella el 14 de febrero era el día del Amor y la Amistad, es decir, para recordar a esos amigos que nos acompañan y apoyan en todo momento. Ni decir que me puse esa polera infinidad de veces y, el día que ya estaba inservible, rota y casi transparente, me dolió botarla, sobre todo porque esa amiga estaba muy lejos en el tiempo y el espacio del que me encontraba y sólo me quedaba ese recuerdo de los buenos días que vivimos. Ahora que lo pienso, aquello que nombramos amistad no es más que amor fraterno, porque cuando no tenemos una pareja que nos acompañe, compartimos los buenos y malos momentos con los amigos más cercanos los que, sin un compromiso formal de por medio, se quedan al lado de uno con mayor fidelidad que cualquier compañero/a sentimental, inclusive. Así que, ¿por qué no saludarlos y celebrarlos también a ellos mañana?...
Finalizo con una imagen: mi oveja amorosa (por la nariz con forma de corazón), primer animalito en fieltro que aprendí a realizar el año pasado y que me encanta. Y, sobre mi regalo: bueno, hice una torta de cambur (plátano o banana), que espero sea bien recibida, aunque adelantada.





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